Sin razón... no, no me gusta,
si, algo de razón tendría,
por algo se hizo, se dijo
lo elijo, y ya dicho.
El reloj no estaba a mi favor,
me iba en unos minutos,
el cielo provocaba pavor,
de fondo un fuerte viento como tos.
Pedí tu compañía a la estación,
dudaste brevemente,
al rato me pasaste una flor,
tus manos partidas llamaron mi atención.
Caminamos abrazados,
caminamos, esperanzados,
avanzamos sin apuro,
avanzamos fumando algo más que un puro.
Diste en el clavo, tomaste mi cintura
y sostuviste mi barbilla,
acaricié tu mano, algo áspera,
tocaste mis labios, algo partidos.
Llego el correcto, debía entrar,
mas yo estaba entrelazada a tus tonificados brazos,
abrazada a ti, apoyada en ti,
queriendo de ti.
Tu, sin remedio, acariciabas mi cabello,
dabas miradas fugaces, intrigantes, tímidas,
segura estaba que mi corazón se sentía,
igual que el tuyo, a mil por segundo, sin remordimiento.
Cuneteadamente te acercaste,
trompita de pato,
y tus mostachos se sacudieron cerca de mis labios,
nos separamos un par de milímetros.
Miré tus noches sin estrellas, alegres, sonriendo,
miraste mis partidos, algo humectados,
ampliándose, mostrando las perlas,
mordiendo, rompiendo.
Cerca nuevamente, esta vez el de toda la vida,
Ósculo, bonito, un beso, en todo su esplendor,
al comienzo, respetuoso, afectivo,
luego, entre risas y mordisqueos, no quería soltarte.
Mi vagón ya llegó, yo debía abordar,
mutuamente nos abrazamos,
nos soltamos, me acerqué a tu oído,
"Llámame, guapetón...", una amplia sonrisa de niño te cubrió el rostro.
Aún no satisfecha, otro entre sonrisas y mordisqueos,
a tu boca iba, sin censura, con soltura,
tierno, nunca exagerado, único,
el primero, el mejor.
Entré, me senté, te miré,
iniciaste un acto de caras graciosas,
pasando por las sexis, y finalizando con las tristes,
un beso más a lo lejos lancé, sostenido con tu manitos, a tu corazón,
le sonrió, lo mordisqueó.

No hay comentarios:
Publicar un comentario